No deja de sorprenderme cada día, que a mi pregunta sobre la fecha de la última regla, la usuaria necesite coger el móvil para decírmelo ¿de verdad? Me resulta más curioso todavía que, ante una pareja que acuden por un problema de esterilidad, limiten su actividad sexual a cuando la aplicación les diga el día propicio para la fecundación.
¿Cómo sé cuál es la fecha de la última regla?
Es el primer día que empezaste a sangrar en la última regla, independientemente de los días que estés sangrando.
¿Y si el móvil les dice que en el día de máxima fertilidad él está con ciática?
¿Te arriesgas a romperlo del todo?
Puede que la aplicación te diga que aunque estés de cenita romántica no habrá suerte
¿Os vais a quedar sin el postre porque tu móvil lo diga?
Soy de la generación que giraba la rueda para marcar y como el gran Gila nos demostró, con los teléfonos fijos podías comunicarte hasta con el enemigo, ya que era toda una sorpresa descolgar sin saber quién estaba al otro lado.
Tenías la intimidad del sofá de tu casa hasta que, entraba alguien en el salón y tenías que bajar tu volumen o cortar la conversación.
Otra forma de comunicarnos expuesta al resto del mundo, la teníamos con las cabinas que repartidas por la calle tragaban tus monedas al trote de tus palabras y a las que cogimos respeto tras ver la película de Antonio Mercero con José Luis López Vázquez en su ataúd de cristal (“La cabina”).
Y llegó aquél cuyo nombre suponía el antónimo de su antecesor.
Podías salir de casa y moverte allá por donde quisieras con tu móvil (siempre que hubiera cobertura). Además de llamar a los contactos, de los que ya ni te esforzabas en aprender los números, podía enviar mensajes de texto que fueron poco a poco siendo animados por tantos emoticonos y GIFs que, sólo para elegir el adecuado, tardabas mucho más en escribirlo que en haber llevado a su casa una postal.
Es muy triste que un “dispositivo” sea capaz de anular conversaciones entre grupos de amigos sentados en el mismo banco, o de originar cementerios en salas de espera o en vagones.
En los últimos tiempos, en algunos puestos de trabajo la especie humana está siendo sustituida por máquinas que acaban por sacarte de quicio sin resolverte el problema
¿O soy la única que acaba insultando al chat de Ryanair?
En la era de las redes, presagio un tsunami con las consultas médicas a una «supuesta» inteligencia, que imagino bloqueada, tras el cortacircuito que le pueden provocar esas cuestiones que cada día recibimos y que gracias a la paciencia humana, respondemos como podemos.
Aunque todavía queden profesionales en la sanidad que estarian mejor en otro trabajo, dudo mucho que un chat pueda empatizar y valorar a las usuarias como es debido, y si combinamos la terminología médica con las distintas formas de expresarse según de dónde vengas, tenemos el lío asegurado.
Después de varios años de observación, por fin tengo una teoría que explica todo esto:
La inteligencia artificial fue creada como estrategia de marcianos, mucho más avanzados, para provocar la atrofia cerebral de unos terrícolas que buscan en sus pantallas saber cómo están sus frecuencias cardíacas.
Si quieres ver un ejemplo de una posible consulta por chat, pincha aquí
¡¡Eres genial!!🤣🤣
Muchas gracias Alexandra.
No se cómo se te pueden ocurrir tantas cosas!!! Eres la caña
La vida me pone en bandeja situaciones que sólo necesitan un toque, gracias Macarena;)
Bravo, bravisimo!!! Le pido al mundo más pedagogía con este humor por favor🤩 Donde acabaremos con la I.A…Gran reflexión la que nos dejas también en el ámbito de la ginecología y la «transformación digital». Gracias!
Muchas gracias Zara, con esos ánimos me lanzo en breve para siguiente;)