Cuando eres madre, la horrible noticia de la muerte de una niña de 12 años, te lleva a solidarizarte con sus padres, desde la cómoda lejanía que sólo empatiza por unos momentos, para después volver a tu realidad, intentando despojarte de todo el dolor que supone vivir con ello. Si añadimos la rabia y la incomprensión, la bola de nieve te puede aplastar impidiendo la respiración.

En estos momentos está investigándose el caso, pero ya han salido voces por todos lados que opinan sin saber, soltando sentencias que a tí te rechinan, así que, mientras se depuran las posibles responsabilidades y, de si hubo negligencias, sin olvidarme de esa familia destrozada, quisiera aportar algunos datos:

1.No sé, si en algún momento, se pensó que el dolor abdominal que sufría era consecuencia de «la regla», si es así, tendremos que volver a explicar, que No es normal que las niñas-mujeres tengamos que sufrir a lo largo de nuestra vida fértil.

2.No sé, si quienes valoraron a la niña hicieron lo que debían, ya se verá, pero nada como una buena entrevista y exploración, donde el ojo clínico puede darte señales de alarma. He leído ideas imposibles como la de hacer ecografías y otras pruebas a todo paciente que vaya por dolor y que tiran por tierra nuestra labor.

Las pruebas de imagen y las analíticas pueden confirmarnos una sospecha, pero no se puede generalizar como el «café para todos» porque además del coste y la pérdida de tiempo, provocaría una medicina a la carta insostenible.

3.Cuando eres médica, recuerdas aquellas lejanas guardias infumables en las que, como residente en formación, asumías responsabilidades que no debías y combinabas en esas maratonianas jornadas, consultas que debían haber sido resueltas en Atención primaria, con otras en las que tenías que correr.

Se está hablando mucho de la sanidad pública española y los déficits que vivíamos en mi época de MIR, hace más de 20 años se han convertido en agujeros negros. No sé si hay otras profesiones con turnos de 24 horas, pero aquí nos jugamos algo demasiado importante y desde la incomprensión, demasiadas urgencias y exigencias No urgentes entre las que se cuela alguna que sí lo es. Soy consciente que nadie se va a atrever a poner coto a esta situación porque no sería políticamente correcto.

El desgaste del profesional, la masificación de las urgencias y por qué no también, la existencia de prejuicios como banalizar el dolor asociado a la menstruación, o la falta de empatía, experiencia o habilidad, pueden estar detrás de sucesos tan tristes como éste, pero ya veremos que pasó.

Desde la equidistancia, siento el dolor de mi corazón de madre y mi pensamiento en la conciencia de quienes hayan estado implicados, ójala la investigación lleve a impedir nuevas muertes, pero para eso, tendrán que cambiar muchas cosas.